Teatro de Epidauro

lunes, 29 de septiembre de 2014

Ruta 7: Pequeños paraísos: los jardines del Imperio Persa

Ruta:
Los jardines, a través del tiempo, han servido de centro de reunión y esparcimiento, permitiendo la pro-sociabilidad en las personas al despertar cierta fascinación por su conexión con la naturaleza. Por esto resulta interesante conocer la participación de diferentes culturas e imperios que han logrado configurar majestuosos estilos de jardines que han perdurado hasta nuestros días para convertirse en patrimonio de la humanidad.

Uno de los imperios  que ha sido reconocido por sus jardines has sido el persa, y para recorrer cada uno de estos trazaremos entonces nuestra ruta en el territorio del actual Irán (antiguo núcleo del imperio persa) por las ciudades que se han caracterizado por la increíble estética de sus jardines.

Nuestro recorrido tendrá inicio en la ciudad de Teherán, actual capital iraní, donde tendremos dos días de esparcimiento para de aquí iniciar el recorrido por los jardines persas.

El primer jardín que visitaremos es el Shazdeh ubicado en la provincial de Kerman puntualmente en la ciudad de Mahan, donde la ubicación geográfica y el clima han jugado a favor en la estética del mismo.

De aquí nos trasladaremos a la actual ciudad de Shiraz en la provincia de Fars para visitar el jardín de Pasargada (primera capital del imperio persa aqueménide). En esta misma ciudad visitaremos el jardín de Eram a orillas del río Khoshk.

De esta provincia viajaremos a la provincia de Isfahán, en cuya capital denominada con este mismo nombre, encontraremos el jardín de Chehel Sotún. En esta misma provincia, nos movilizaremos a la ciudad de Kashan y visitaremos el jardín de Fin, recordado por ser el lugar donde falleció Amir Kabir (ministro kayarí).

En la provincia vecina Yazd, encontraremos el jardín Dolat Abad, reconocido por sus  canales, y el  jardín Pahlevanpou.

Nuestro recorrido seguirá en la provincia de Mazandaran específicamente en su capital Behshahr, donde visitaremos el jardín de Abas Abad.


Ya para terminar el tour el último lugar de visita será la provincia de Birjand, donde visitaremos el jardín Akbariyeh concluyendo así nuestra expedición por estos antiguos y enormes jardines.

Mapa de la ruta:
Hacer click en el siguiente link para ver la ruta:
Mapa de la ruta

Curiosidades de la ruta (enlaces a noticias, videos y otras páginas sobre el tema o el lugar que visitamos en la ruta):





La ruta en imágenes:
Jardines Persas
Pasagarda:




Shazdeh:


Eram:

 Chehel Sotún:


Fin:


Dolat Abad:


Pahlavanpur:

Bagh-e-Akbariyeh:


Historia:

Los jardines que se construyeron durante el Imperio Aqueménide, el primer y más extenso imperio persa que duró desde las conquistas de Ciro II el Grande en el siglo VI a. C. hasta la caída en manos de Alejandro Magno en el siglo IV a.C., son uno de los legados más influyentes de este imperio esplendoroso. Los patrones de los jardines persas se replicaron y se siguen replicando en la jardinería del mundo entero (desde los jardines de Alhambra en España hasta el jardín del Taj Mahal en India). Los vestigios de jardines que todavía se encuentran dispersos por todo Irán, muchos de los cuales han sido declarados patrimonio de la humanidad por la UNESCO, revelan gran información sobre la forma de gobierno, la vida diaria, los avances en ingeniería, la cultura, y la religión de los aqueménides. Los esquemas y trazados que se han conservado o los jardines que se han restaurado son las huellas de la forma operar de un imperio y de la forma de ser de sus gentes.

En primera instancia, el estilo sincrético de los jardines persas refleja la manera cómo los líderes del imperio gobernaron e integraron los diferentes territorios del conquistados. Una de las claves del liderazgo de Ciro y de su sucesor Cambises, quienes llevaron a cabo las primeras grandes conquistas del imperio, fue permitir a los pueblos que iban dominando que mantuvieran hasta cierto grado sus costumbres. En particular, los persas respetaban que los pueblos conquistados siguieran practicado su religión y siguieran hablando su lengua. De hecho, las proclamaciones hechas por Ciro en Babilonia eran anunciadas en Acadio y escritas en cuneiforme, al igual que el edicto con el que este rey de Persia promulgó la devuelta de los judíos a Jerusalén fue proclamado en Hebreo y registrado en Arameo (Briant 77). Sin embargo, este respecto por las costumbres extranjeras no iba en detrimento de la unidad del imperio: en un idioma o en otro, los persas tenían el control sobre sus territorios y reinaban sobre ellos de manera coordinada. Es decir, no existía necesariamente una contradicción entre la imposición de la autoridad pera y la continuidad de las condiciones locales y regionales de los pueblos sometidos (Briant 78).

Lo mismo sucedía con los jardines. En la elaboración del jardín que rodeaba el palacio de Pasargada, la ciudad que Ciro fundó como primera capital de su imperio, participaron artesanos lidios, babilonios, elamitas y egipcios, entre otros. Además, algunas características del jardín, como la tecnología de irrigación, se basaban en innovaciones hechas por pueblos mesopotámicos. Sin embargo, esta participación sincrética de diferentes estilos y culturas en la elaboración del jardín no quiere decir que los extranjeros tomaban caóticamente las decisiones sobre su construcción, sino que los persas agrupaban elementos de otras culturas para articularlos y fundar una nueva forma de jardín. El jardín de Pasargada, como el de Persépolis más adelante, fue concebido por el rey, sus consejeros y sus paisajistas como un elemento integral del palacio: la diversidad de estilos fue articulada de tal manera que alimentara la unidad política del palacio y contribuyera al programa imperial (Briant 78). De esta manera, así como en el imperio la diversidad de cultural no impedía la unidad política, en los jardines las influencias de otros estilos no eran caóticas sino que se articulaban armónicamente en uno de los espacios centrales de las ciudades persas.

En segundo lugar,  los jardines persas evidencian elementos religiosos y culturales de los aqueménides. El prototipo de jardín persa es el Chahar Bagh. En persa Chahar es cuatro y Bagh es jardín: el Chahar Bagh era un jardín dividido en cuatro secciones separadas por ejes formados por cuatro canales de agua o riachuelos artificiales. Estos cuatro riachuelos hacían referencia a los cuatro ríos que regaban un mítico jardín del edén. El Chahar Bagh, con una piscina de la vida en el centro, era un jardín que hacía de símbolo del mundo y del paraíso. La idea de la existencia de un paraíso en la tierra estaba asociada con estos jardines edénicos divididos en cuatro:
This division is combined with a mystical love of flowers, sweet-scented trees, various colors, and the sense of eternal life. The combination is a calm retreat from the noisy and dusty outside world through unique purity
(Talebian 48)
La evidencia más clara de la asociación entre jardín y paraíso se encuentra en la evolución de la palabra del persa antiguo a las lenguas modernas. En idioma avéstico (lengua irania propia del zoroastrismo) la palabra Pairidaêza quería decir “jardín rodeado por paredes”. Este término pasó al griego como Paradeisoi, después al latin Paradisus y de ahí a los idiomas europeos como el francés paradis,  el inglés paradise, y el español “paraíso”.
En los jardines persas jugó un papel central el zoroastrismo, en particular la consideración de cuatro elementos sagrados: agua, plantas, tierra y cielo. De este modo, los métodos de irrigación, los estanques, la disposición de las plantas, de los árboles frutales en las diferentes secciones del jardín, y las formas geométricas usadas  se basaban la creencia de que el jardín era un lugar sagrado.

En tercer lugar, los jardines persas son una muestra de los avances tecnológicos de los aqueménides. El núcleo del imperio persa era el territorio del actual Irán, y la meseta iraní no tiene las condiciones más apropiadas para la construcción de jardines: poca lluvia al año, un invierno muy frío, un verano caliente y seco, con fuertes vientos que recorren toda la meseta. Sin embargo, los persas tenían el suficiente desarrollo tecnológico para formar artificialmente áreas ecológicas propicias para sus jardines. Por ejemplo, sabían usar los árboles de manera estratégica para producir sombras que redujeran las temperaturas extremas, y para prevenir la evaporación del agua. Sin embargo, el elemento más importante de este ambiente artificial era el sistema de riego que cumplía tanto un papel decorativo como funcional. Los jardines sobrevivían al clima desértico gracias al la innovación del Qanat: un costoso sistema de manejo del agua que proveía una fuente segura, regular y  abundante de agua para asentamientos y campos en climas calientes, áridos y semiáridos. La piedra fue un material clave en la construcción de los largos canales que llegaban a los jardines y los atravesaban. De hecho, los avances en transporte de agua (similares y anteriores a los del imperio romano) le permitieron al imperio persa, entre otras cosas, tener jardines espléndidos.

Por último, los jardines hacían parte esencial de la vida diaria de los persas. Aunque los jardines principales eran aquellos que rodeaban los palacios, era común que todas las casas de una ciudad tuvieran su propio jardín circundante. La relación de los persas con la naturaleza era muy cercana. Los jardines que se construyeron en la meseta iraní fueron registrados en la literatura de pueblos como los griegos y permearon el mundo occidental hasta tal punto que su influencia se extiende hasta hoy en la forma de hacer jardinería y en lo que los jardines simbolizan.

Bibliografía:
Talebian, M. H. et al. (2010). The Persian Garden: World heritage nominations dossier. UNESCO. pp. 1-74. Descargado de la Web (24 de septibmre del 2014) http://whc.unesco.org/uploads/nominations/1372.pdf

Briant, Pierre (2002). “Chapter 2: The Conquest and After: An Interim Summary” en From Cyrus to Alexander: A History of the Persian Empire. Eisenbaruns: USA. pp. 76-90.





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