Teatro de Epidauro

martes, 25 de noviembre de 2014

Ruta 10: Esparcimiento y ostentación: formas de ocio en la Antigua Roma

Descripción de la ruta:

Esta es nuestra última ruta del año y, por eso, esperamos que sea la mejor y más tentadora propuesta de viaje. Para lograr cumplir esta meta, proponemos un recorrido por los lugares donde se desarrolló el gusto por el ocio y el entretenimiento durante la Antigua Roma (en sus etapas de Monarquía, República e Imperio). 

Las formas de entretenimiento romano incluían juegos y espectáculos públicos a los que gratuitamente, y como derecho ciudadano, el pueblo romano asistía para divertirse. Combates de gladiadores, carreras de carros, exhibiciones ecuestres, combates navales, luchas de fieras, tragedias, comedias y pantomimas eran llevadas a cabo en diferentes tipos de establecimientos públicos: el circo, el anfiteatro, el hipódromo y el teatro. También había otras formas de entretenimiento más calmadas y privadas como los banquetes, los juegos de mesa y los baños. 

Teniendo en cuenta la magnitud que alcanzó el Antiguo Imperio Romano y lo especial de esta ruta, por ser la última, es necesario dejar claro que este recorrido tardará un poco más de 2 meses. 

Iniciaremos en Roma, actual capital italiana y antigua capital del Imperio Romano, donde visitaremos: el teatro de Marcelo; el teatro de Pompeyo, construido durante el periodo de la República, y donde está ubicada curia de Pompeyo, recinto en cual mataron a Julio Cesar; el estadio de Domiciano ubicado en el Campo de Marte, destinado para competiciones atléticas en la Antigua Roma; el coliseo de Roma antes llamado Anfiteatro Flavio, que ha sido declarado una de las siete maravillas del mundo; las termas de Carcalla, monumentales baños públicos de las Roma imperial; por ultimo el Anfiteatro Cretense, muy cerca de la Iglesia de Santa Cruz de Jerusalén. De Roma nos dirigiremos a Verona, donde visitaremos la Arena de Verona, construida originariamente fuera de las murallas de la ciudad de Verona, y que actualmente es usada para conciertos debido a su gran acústica. 

Finalizado el recorrido por Italia y sus lugares de entretenimiento en la antigüedad, tomaremos un avión a la ciudad de Maguncia en Alemania (capital del estado federado de Renania-Palatinado), donde se encuentra el teatro romano más grande al norte de los Alpes. 

Después de esto, tomaremos otro avión hacia la ciudad de Pula en Croacia, para recorrer el anfiteatro de Pula (Pula Arena), ya que este anfiteatro es el único totalmente conservado hasta hoy. Igualmente por vía aérea, seguiremos nuestro camino hacia Sofía, actual capital de Bulgaria, donde visitaremos el teatro de Serdica. Iremos en bus a la ciudad de Estambul, para de aquí seguir el viaje a Mileto, antigua ciudad griega en la costa occidental de la actual Turquía, para visitar el teatro que aquí construyeron los romanos. 

De Söke (ciudad moderna más cercana a la antigua Mileto) tomaremos un avión a la ciudad de Damasco en Siria, de donde tomaremos un bus que nos lleve a la antigua ciudad de Palmira (Tadmir), ya que su teatro ha sido declarado patrimonio de la humanidad. Cuando terminemos el tour por esta ciudad, por vía terrestre nos dirigiremos a la ciudad de Alepo (Halab). Desde allí nos dirigiremos a Latakia, ciudad costera de Siria, desde donde tomaremos un crucero por el mediterráneo que haga una parada en Alejandría, actual ciudad egipcia, para visitar su teatro romano. El crucero nos dejará en la ciudad de Trípoli en Libia, donde, a 60km, en la antigua ciudad de Sabratha a las orillas del mediterráneo, encontraremos el Teatro de Sabratha que también ha sido declarado patrimonio de la humanidad, así como el teatro de Leptis Magna, que visitaremos mientras estemos en Libia. 

En la zona norte de África, realizaremos todos nuestros viajes en bus. Cruzaremos la frontera noroccidental de Libia para pasar por Túnez, donde visitaremos el anfiteatro de El Djem, también llamado coliseo de Thysdrus, situado en la antigua ciudad de Thysdrus, actualmente llamada El Djem. De aquí el bus nos llevará al teatro de Djémila o Cuicul, declarado patrimonio de la humanidad, ubicado en la provincia de Setif en la región montañosa en la costa argelina. En Argelia también visitaremos otro un teatro más declarado patrimonio de la humanidad, conocido como el teatro de Timgad en la ciudad llamada con el mismo nombre, al norte de África, y popularmente conocida como “la Pompeya del norte de África”. 

En la capital argelina (Argel), tomaremos un avión a la ciudad de Málaga España, donde visitaremos el teatro de Málaga (Malaca). Posteriormente nos dirigiremos a la ciudad de Cádiz, donde visitaremos el teatro de Gades reconocido como el más antiguo de la península Ibérica. De aquí iremos a la ciudad de Mérida en la provincia de Extremadura donde visitaremos su teatro romano (también patrimonio de la humanidad), el circo romano de Mérida construido bajo la colonia romana Augusta Emérita, y su anfiteatro. 

De aquí iremos a Lisboa, actual capital de Portugal, donde visitaremos el teatro romano de Olisipo. Después de esto iremos a Toledo en la región de Castilla para visitar el circo romano ahí edificado. En Toledo tomaremos un avión a la provincia de Tarragona, donde se ha conservado un circo romano llamado de Tarraco. También visitaremos el anfiteatro de Tarraco. 

Para finalizar nuestra ruta, cruzaremos los pirineos (frontera natural entre España y Francia) para llegar a Francia a la ciudad de Arles, donde visitaremos el conocido teatro de Arélate, declarado patrimonio de la humanidad. En esta misma ciudad visitaremos el anfiteatro situado en la localidad, igualmente declarado patrimonio de la humanidad. También en Francia, visitaremos el teatro de Orange, en francés, o Aurenja, en occitano provenzal, situado en el departamento de Vaucluse. Para finalizar nuestro recorrido iremos a la ciudad de Lyon para visitar su anfiteatro o coliseo romano.


Curiosidades de Antigua Roma circulando por internet:







La ruta en imágenes:
ROMA:
Teatro de Marcelo:

Teatro de Pompeyo:




Teatro Domiciano:
 Coliseo de Roma:

Arena de Verona:

ALEMANIA
Teatro romano en Maguncia (Mainz):

 CROACIA
Pula Arena:
 BULGARIA
Teatro de Serdica (Sofía):


TURQUIA
Estambul (Mezquita Azul):

Bus que tomaríamos para ir a Mileto y destinos posteriores:
 Teatro en Mileto:
SIRIA
Teatro de Palmira:

Crucero hacia África:

EGIPTO
Teatro de Alejandría:
LIBIA:
Trípoli:

Teatro de Sabratha (a 60km de Trípoli):

Teatro de Leptis Magna:

Anfiteatro de El Djem:

 ARGELIA
Teatro de Djamila o Cuicul:
 Teatro de Timgad:
 ESPAÑA
Teatro de Málaga:
 Teatro de Gades (Cádiz):
 Teatro de Mérida:
 Anfiteatro de Mérida:
 Circo de Mérida:
 Circo de Toledo:

 Circo de Tarraco (Tarragona):
 Anfiteatro de Tarraco:
PORTUGAL
Teatro de Olisipo (Lisboa):
 FRANCIA
Teatro de Arles:
 Anfiteatro de Arles:
 Teatro de Orange:
 Anfiteatro de Lyon:



Historia - El ocio en Roma:

En Roma se desarrollaron formas tan variadas y complejas de entretenimiento que todavía hoy, además de su recurrencia en el cine y en manifestaciones de cultura popular, existe en las escuelas de turismo un gran interés por las formas de ocio romanas: los espectáculos, las actividades de esparcimiento, los juegos públicos, y su articulación a la vida urbana. Para los ciudadanos del Imperio Romano, el ocio tuvo un papel central desde tres puntos de vista: como un factor religioso que hizo parte del desarrollo ritual y mítico de la cultura del imperio, como un factor político de cohesión, de unión identitaria y de control sobre los territorios conquistados, y como un factor esencial en la vida cotidiana.

El ocio y la mitología:
La cultura y la religión romanas se fundaron en la herencia cultural y mitológica del mundo helénico. Debido a esa herencia, los espectáculos y las actividades de ocio romanas guardaban alguna similitud con las de los griegos. Sin embargo, la concepción romana del ocio tenía una diferencia fundamental con la concepción griega: mientras en Grecia el ocio estaba asociado a la intelectualidad y en muchos casos involucraba un proceso de desarrollo cognitivo, en Roma el ocio estaba relacionado con actividades de descanso, placer y ostentación (Korstanje, 2008a, p.44). Korstanje (2008a) propone que el mito sobre el que se funda la manera como el romano concebía su “estar” en el mundo es el mito helénico de Prometeo (p. 104). En este mito están pasmadas las ideas que los romanos tenían sobre el trabajo, el ocio, y su relación.
            Prometeo le dio al hombre el dominio sobre el fuego. Por esta razón, Prometeo fue condenado por Júpiter a que sus entrañas fueran devoradas por un águila durante el día y regeneradas durante la noche para ser comidas otra vez al siguiente día. Finalmente, Hércules mata al ave, libera a Prometeo y le devuelve a los hombres el dominio sobre el fuego.
            Este mito tiene el componente cíclico que caracterizó el pensamiento mítico de muchas de las civilizaciones antiguas. En el castigo impuesto a Prometeo, el ciclo entre la destrucción de las entrañas y su regeneración es análogo al ciclo entre trabajo y ocio. El sufrimiento de estar encadenado y la detestable sensación un águila picoteando las entrañas simbolizan el trabajo llevado a cabo por un romano durante el día, mientras que la regeneración de los órganos simboliza el descanso, el ocio (Korstanje, 2008a p. 105). La vida cotidiana del ciudadano romano tenía dos componentes principales: la occupatio, que era la actividad normal, en la que los ciudadanos se dedicaban a tareas administrativas, de comercio, y de reproducción material, y el otium, que era la actividad llevada a cabo en un momento de esparcimiento.

El ocio y la política:
En cuanto al papel político del ocio, los juegos públicos, el teatro, el circo, y otras formas de entretenimiento, fueron una herramienta para facilitar la asimilación y la incorporación de otras culturas en las tierras conquistadas. El Imperio Romano se construyó sobre un movimiento doble y a veces contradictorio: un movimiento de conquista y dominación seguido por uno de pacificación y equilibrio. Las fronteras del imperio (limes) no solo marcaban el final de territorio del imperio sino que, para los que se encontraban adentro de las fronteras, marcaban el final de lo civilizado. En la expansión del imperio, las actividades de ocio servían, por un lado, para moldear la forma como el romano entendía la otredad y el mundo por fuera de sus límites, y, por el otro, para pacificar y “civilizar” los territorios recién incluidos al imperio. La inserción de espectáculos, rituales, juegos públicos y costumbres lúdicas romanas acercaban culturalmente a las regiones más alejadas a Roma. Más aún, los espectáculos de entretenimiento masivo, en los que se hacían sacrificios a las deidades romanas, se presentaban los valores romanos predominantes como la valentía o la adulación, y se honraba tanto a dioses como a figuras públicas de importancia en el Imperio, cumplían la función de controlar a una gran cantidad de ciudadanos de diversa procedencia bajo el mando de un mismo emperador.
Por ejemplo, en el caso de la dinastía Julia, cuyos emperadores expandieron significativamente las fronteras del imperio, la construcción de edificios como teatros, coliseos o hipódromos y la organización de festivales servían de apoyo político a la gestión personal del emperador (Korstanje, 2008). Es más, los espectáculos teatrales no sólo servían para dar prestigio al emperador sino a otros ciudadanos con intereses políticos que hacían de patrocinadores. Existía una especie de competencia entre personajes influyentes por brindar el espectáculo más entretenido y sorprendente. Entre más entretenido y deslumbrante fuera la obra presentada en el teatro, mayor sería la gloria pública y la influencia política de la persona o las personas a cargo del espectáculo (Boatwright, 1990). De esta forma, los entretenimientos públicos eran una herramienta política por medio de la cual el dirigente compartía su riqueza con los ciudadanos a cambio del prestigio.

El ocio y la vida cotidiana:
Más allá de su función religiosa o política, las actividades de ocio eran parte esencial de la vida cotidiana de los romanos, en particular de los habitantes de la ciudad (el campo era despreciado por los aristócratas salvo por las actividades de caza). Korstanje sostiene que “las ciudades romanas eran sinónimo de placeres, comodidad, y ostentación” (p. 109). Los banquetes, por ejemplo, eran uno de los placeres más apetecidos entre los romanos. El banquete era una especie de premio por el trabajo matutino, se solía hacer recostado sobre un lecho, y se privilegiaba la comida agridulce y el vino.  A veces, se celebraba entre los aristócratas el “banquete de las doce divinidades” en el que los asistentes se disfrazaban de dioses y se dedicaban a excesos de todo tipo (Korstenaje, 2008b). Otras formas de ocio incluían la asistencia a los baños de la ciudad, los juegos públicos, el espectáculo de los gladiadores, el hipódromo y los juegos de mesa.  Incluso había mercados monumentales, como el Mercado de Trajano, cuya actividad era eran equiparable a la de los centros comerciales modernos (Herring, 2002).

Actividades de Ocio:
En lo que resta, haremos un recuento algunas de las actividades de ocio romanas desde un punto de vista menos convencional.

Espectáculos de la muerte:
Sin embargo, comenzaremos con un hecho conocido, explorado por investigadores y expuesto en muchas películas: los espectáculos en los que se derramaba sangre humana eran muy populares en Roma. Una muerte sangrienta, que hacía parte de la vida religiosa en la práctica de los sacrificios a los dioses, y de la vida militar en las batallas, también era parte de la vida de ocio de los ciudadanos del imperio. Los espectáculos de la muerte, como los llama Lauren Cowles (2011), llevaban el nombre de muneras en Roma e incluían combates de gladiadores, ejecuciones rituales, cacerías de animales y castigos públicos de criminales. Eran espectáculos que atraían a hombres y a mujeres de todas las clases sociales, quienes asistían a los anfiteatros y las arenas a pasar un momento de liberación, relajación o diversión en la contemplación de la muerte.

La crítica a los juegos públicos:
Un hecho menos conocido que la naturaleza sangrienta de los juegos públicos es que, a pesar de su popularidad, también había detractores de los combates de gladiadores como forma de entretenimiento. El filósofo estoico Lucio Anneo Séneca, que vivió en el primer siglo a.C., no encontraba ningún placer en asistir a espectáculos en los que se derramaba sangre humana. En sus cartas a Lucilio, Séneca contó su experiencia en el anfiteatro, y su opinión sobre las multitudes y los espectáculos:

El contacto con la multitud nos es hostil: cualquiera nos encarece algún vicio, o nos lo sugiere, o nos lo contagia sin que nos demos cuenta. Ciertamente, el peligro es tanto mayor cuanto más numerosa es la gente entre la que nos mezclamos. Pero nada resulta tan perjudicial para las buenas costumbres como la asistencia a algún espectáculo, ya que entonces los vicios se insinúan más fácilmente por medio del placer.

¿Qué piensas que intento decirte? ¿Me vuelvo más avaro, más ambicioso, más disoluto? Y hasta más cruel e inhumano porque estuve entre los hombres.

Casualmente asistí al espectáculo del mediodía esperando presenciar acrobacias y bufonadas o cualquier entretenimiento en el que los espectadores dejan de contemplar sangre humana. Sucede todo lo contrario: los combates precedentes han sido, en comparación, modelos de misericordia; ahora, suprimidos los juegos, no hay más que puros homicidios. Los combatientes nada tienen con qué cubrirse; expuesto a los golpes todo el cuerpo, nunca atacan en vano.

La mayoría prefiere esta competición a la de las parejas ordinarias y favoritas del público[3]. ¿Por qué no la van a preferir? No hay casco ni escudo para esquivar la espada. ¿De qué sirve la protección?

¿De qué la habilidad? Todo ello no es sino un retraso para la muerte. Por la mañana los condenados son arrojados a los leones y los osos, al mediodía a los espectadores. Éstos ordenan a quienes han matado que se enfrenten con quienes les van a matar, y al vencedor lo reservan para la próxima matanza; el resultado de la lucha es la muerte. La acción se lleva a cabo con el hierro y con el fuego. Así se procede mientras la arena queda vacía (Senenca,  “Rehuir la multitud…”)

Es evidente en este pasaje la postura crítica de Séneca y su desdeño frente a lo que se hacía en el anfiteatro, no sólo por lo perjudicial que consideraba a las multitudes sino por la crueldad y la violencia de los juegos. Le molestaba que las escasas armaduras de los gladiadores estuviesen diseñadas para cumplir un solo objetivo: la muerte.

Las mujeres gladiadoras:
Por otro lado, aunque sí ha sido expuesto recurrentemente en obras de cultura popular, el tema de las mujeres gladiadoras no ha sido explorado en profundidad por la academia clásica (McCullough, 2008). Algunas de las evidencias de mujeres gladiadoras, como la excavación de la tumba de una supuesta gladiadora hecha por el Museo de Londres, parecen falsas o apresuradas. Sin embargo, no se puede negar que en efecto hubo mujeres que pelearon en la arena de los juegos públicos (McCullough, 2008). 
En la época de apogeo del imperio, en especial bajo el proyecto moral y pacificador de Augusto, existen pocas evidencias de mujeres gladiadoras. Sin embargo, en el período de decadencia del imperio, en especial bajo el mando de Nerón, hay muchas referencias literarias de mujeres en la arena de combate. Esto se debe a que las mujeres gladiadoras estaban asociadas a un concepto de lujo, extravagancia y elitismo.  Mientras Augusto estaba interesado en un proyecto pacificador e incluso moralizador del imperio y los excesos, entre ellos las mujeres gladiadoras, eran desatendidos por la literatura propagandística del imperio, Nerón, inclinado hacia la opulencia, patrocinó la participación de las mujeres en la arena. El acto de incluirlas en unos juegos hacía que éstos fueran mucho más costosos y, por lo tanto, la aparición de las mujeres estaba asociada a los juegos de la élite, de mayor prestigio, en los que los organizadores querían hacer gala de su riqueza personal (McCullough, 2008, p. 202). Sin embargo, más allá de su asociación al lujo, el tipo de entrenamiento de las mujeres gladiadoras así como las circunstancias de su actuación en la arena no se diferenciaban en nada de las de los hombres (p. 197).

¿Gladiadores en el teatro?
Un último hecho poco conocido sobre los combates de gladiadores es que no siempre se desarrollaron en el foro, en el anfiteatro o en el circo. De hecho, E.J. Jory (1986) sostiene que en el teatro, espacio destinado normalmente para representaciones de otro orden, también se llevaron a cabo combates de gladiadores. Antes de la construcción de un anfiteatro permanente en Roma, los combates solían llevarse a cabo en algunas ocasiones en el teatro.  En particular, existe evidencia robusta de un espectáculo de gladiadores que se presenció en el teatro de Pompeya en los Idus de Marzo del año 44 a.C. (Jory, 1986, p. 539).

En resumen, hay tres datos que han sido poco explorados sobre lo que sucedía en los juegos públicos o muneras. Primero, a pesar de la popularidad de los espectáculos de la muerte en el Imperio, hubo duros críticos como el filósofo Séneca. Segundo, los juegos públicos incluyeron en algunas ocasiones a mujeres gladiadoras. Y, por último, los combates se llevaron a cabo en algunas ocasiones en el teatro, en vez de en el anfiteatro o el foro. 

La pantomima romana:
La pantomima fue una forma teatral poco convencional para el momento pero que tuvo gran acogida en Roma entre el siglo primero a.C. y el siglo sexto d.C. (Zanobi, n.pag.). La pantomima fue introducida al Imperio Romano por los actores Pílades de Cicilia y Batilo de Alejandría durante el reino de Augusto. Esta suntuosa forma teatral requería de gran habilidad para, por medio bailes, gestos y movimientos corporales, excitar todo tipo de emociones en el público. Aunque la pantomima tomó diversas formas en Roma, la más tradicional y popular era aquella en la que un solo actor mudo contaba una historia basada en un libreto trágico cantado por un coro. El actor o bailarín no hablaba ni cantaba sino que interpretaba, por medio de gestos faciales, lenguaje corporal y lenguaje con las manos, una historia basada por lo general en un tema mitológico (Zanobi, n.pag.). El único actor estaba acompañado, además de un coro, por una orquesta de vientos y cuerdas. Este género teatral no solo entretenía a los ciudadanos romanos, también despertaba la imaginación de los espectadores, incitaba a polémicas, y ponía en tela de juicio el rígido orden social y cultural del imperio romano.

El juego de mesa romano:
Como se dijo en la introducción, no todas las actividades de ocio de los romanos eran actividades públicas y masivas. También hay evidencia de formas más cotidianas de ocio como los juegos de mesa. R.G. Austin (1935) estudia en detalle los fragmentos de las Etimologías de Isidoro de Sevilla en los hace referencia a un juego de mesa romano llamado “Alea” o “Tabula”. En este juego se usaban dados y se jugaba con un tablero similar al tablero de backgammon moderno. Cada jugador tenía quince fichas y el objetivo de cada uno era pasar sus fichas de su tabla de entrada en el tablero, por las tablas del oponente, hasta alcanzar la tabla de entrada del otro jugador (Austin 1935, p. 78). Los tableros romanos por lo general estaban hechos de madera o de piedra. Sin embargo, a medida que el juego se hizo más popular, se empezaron a hacer tableros más lujosos, hechos de marfil o con dos lados para poder jugar dos juegos con un mismo tablero. Este juego romano tuvo una gran difusión: existe un grabado del juego en el techo del templo de Kurna en Egipto, y para el momento en el que Austin (1935) escribe, versiones del juego eran jugadas en Japón y en algunas partes de Europa. 

Los baños romanos:
Los baños romanos eran uno de los lugares de ocio y esparcimiento más visitados por los ciudadanos romanos. Los baños eran en su mayoría públicos, pero existían también baños más restringidos en los que los ciudadanos buscaban mayor privacidad. En los baños, los romanos se untaban aceites y óleos, se distendían, y estaban en compañía de otros ciudadanos (Korstanje, 2008a, p. 109). Los recintos estaban divididos en cuatro partes principales:

a) el apodyterium, espacio destinado a desnudarse antes de ingresar a las aguas; b) el frigidarium, el cual se destinaba para el baño frío; c) el tepidarium, formado por una sala de paso en donde los individuos se habituaban al paso del frigidarium al calendarium, y por último, d) el calendarium, cuya función era emanar calor para que el bañista sudara y se relajara (Korstanje, 2008a, p. 110)
Dependiendo de la procedencia social del bañista, cada uno tenía diferentes costumbres en el baño. Muchos ciudadanos llevaban sus propias botellas con aceites y unciones, pero los patricios solían llevar un amplio grupo de sirvientes que desempeñaban tareas muy específicas como depilación, masajes, etc (Korstanje, 2008a, p.110). Por lo general, los baños de las mujeres estaban separados de los de los hombres, pero existe evidencia de que, con el cambio de estilo arquitectónico de los baños en el siglo primero a.C. hubo baños en los que hombres y mujeres se bañaban juntos (Ward, 1992, 134).  Esto trajo consigo discusiones morales y legales alrededor de los conflictos con normas que castigaban el adulterio en el Imperio Romano.
Este corto recuento de algunas de las actividades ocio más comunes en el Imperio Romano muestra la variedad y peculiaridad de las formas de entretenimiento de una sociedad en la que el esparcimiento y el placer jugaban un papel económico, religioso, político, social y cotidiano. Se deduce de lo expuesto en esta ruta que el concepto de ocio es un concepto que se ha transformado en el tiempo: aunque todavía permanece la esencia de muchas de las formas de ocio de los romanos, algunas actividades que resultaban muy divertidas en ese entonces, hoy resultarían repugnantes (y viceversa).
Bibliografía:
Austin, R. G. 
(1935). Roman Board Games II. Greece & Rome, Cambridge University Press, Vol. 4, No. 11 (Feb., 1935), pp. 76-82
.
Boatwright, M. T. (1990).
 Theaters in the Roman Empire. The Biblical Archaeologist, The American Schools of Oriental Research, Vol. 53, No. 4 (Dec., 1990), pp. 184-192.
Cowles, L. E. (2011). The Spectacle of Bloodshed in Roman Society. Constructing the Past, 12(1), 10.

Herring, Benjamin (2002). The Secrets of Roman Concrete: Imagine Building Structures that Last 2000 Years- How did they do it?. Constructor, (Sept. 2002), p. 16
Jory
, E. J. (1986). Gladiators in the Theatre
. The Classical Quarterly, New Series, Cambridge University Press, Vol. 36, No. 2 (1986), pp. 537-539.
Korstanje, Maximiliano (2008a). El ocio como elemento de construcción identitaria y uniculturalismo en el Imperio Romano. Culturales, Vol. IV, Num. 7, Enero-Junio de 2008.
Korstanje, Maximiliano (2008b). Formas de ocio en la Antigua Roma: Desde la dinastía Julio-Claudia (Octavio Augusto) hasta la Flavia (Tito Flavio Domiciano). El periplo sustentable Universidad Autónoma de México, 27-76.
McCullough, Anna (2008). Female Gladiators in Imperial Rome: Literary Context and Historical Fact

. The Classical World, The Johns Hopkins University Press, Vol. 101, No. 2 (Winter, 2008), pp. 197-209.
Séneca, Lucio Anneo (2011 versión). Rehuir la multitud-Buscar la compañía selecta. En Cartas Filosóficas. ePub. Retirado de: http://seminariofilantunc.files.wordpress.com/2013/11/seneca-lucio-anneo-cartas-filosoficas.pdf
Ward, R. B. (1992). Women in Roman Baths
. 
 The Harvard Theological Review, Cambridge University Press, Vol. 85, No. 2 (Apr., 1992), pp. 125-147.
Zanobi, Alessandra (s.f.). Ancient Pantomime and its Reception. Archive of Performances of Greek and Roman Drama (APGRD). Recuperado de: http://www.apgrd.ox.ac.uk/learning/short-guides/ancient-pantomime-and-its-reception


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