Descripción
de la ruta:
Esta es nuestra última ruta del año y, por eso, esperamos que sea la mejor y más tentadora propuesta de viaje. Para lograr cumplir esta meta, proponemos un recorrido por los lugares donde se desarrolló el gusto por el ocio y el entretenimiento durante la Antigua Roma (en sus etapas de Monarquía, República e Imperio).
Las formas de entretenimiento romano incluían juegos y espectáculos públicos a los que gratuitamente, y como derecho ciudadano, el pueblo romano asistía para divertirse. Combates de gladiadores, carreras de carros, exhibiciones ecuestres, combates navales, luchas de fieras, tragedias, comedias y pantomimas eran llevadas a cabo en diferentes tipos de establecimientos públicos: el circo, el anfiteatro, el hipódromo y el teatro. También había otras formas de entretenimiento más calmadas y privadas como los banquetes, los juegos de mesa y los baños.
Teniendo en cuenta la magnitud que alcanzó el Antiguo Imperio Romano y lo especial de esta ruta, por ser la última, es necesario dejar claro que este recorrido tardará un poco más de 2 meses.
Iniciaremos en Roma, actual capital italiana y antigua capital del Imperio Romano, donde visitaremos: el teatro de Marcelo; el teatro de Pompeyo, construido durante el periodo de la República, y donde está ubicada curia de Pompeyo, recinto en cual mataron a Julio Cesar; el estadio de Domiciano ubicado en el Campo de Marte, destinado para competiciones atléticas en la Antigua Roma; el coliseo de Roma antes llamado Anfiteatro Flavio, que ha sido declarado una de las siete maravillas del mundo; las termas de Carcalla, monumentales baños públicos de las Roma imperial; por ultimo el Anfiteatro Cretense, muy cerca de la Iglesia de Santa Cruz de Jerusalén. De Roma nos dirigiremos a Verona, donde visitaremos la Arena de Verona, construida originariamente fuera de las murallas de la ciudad de Verona, y que actualmente es usada para conciertos debido a su gran acústica.
Finalizado el recorrido por Italia y sus lugares de entretenimiento en la antigüedad, tomaremos un avión a la ciudad de Maguncia en Alemania (capital del estado federado de Renania-Palatinado), donde se encuentra el teatro romano más grande al norte de los Alpes.
Después de esto, tomaremos otro avión hacia la ciudad de Pula en Croacia, para recorrer el anfiteatro de Pula (Pula Arena), ya que este anfiteatro es el único totalmente conservado hasta hoy. Igualmente por vía aérea, seguiremos nuestro camino hacia Sofía, actual capital de Bulgaria, donde visitaremos el teatro de Serdica. Iremos en bus a la ciudad de Estambul, para de aquí seguir el viaje a Mileto, antigua ciudad griega en la costa occidental de la actual Turquía, para visitar el teatro que aquí construyeron los romanos.
De Söke (ciudad moderna más cercana a la antigua Mileto) tomaremos un avión a la ciudad de Damasco en Siria, de donde tomaremos un bus que nos lleve a la antigua ciudad de Palmira (Tadmir), ya que su teatro ha sido declarado patrimonio de la humanidad. Cuando terminemos el tour por esta ciudad, por vía terrestre nos dirigiremos a la ciudad de Alepo (Halab). Desde allí nos dirigiremos a Latakia, ciudad costera de Siria, desde donde tomaremos un crucero por el mediterráneo que haga una parada en Alejandría, actual ciudad egipcia, para visitar su teatro romano. El crucero nos dejará en la ciudad de Trípoli en Libia, donde, a 60km, en la antigua ciudad de Sabratha a las orillas del mediterráneo, encontraremos el Teatro de Sabratha que también ha sido declarado patrimonio de la humanidad, así como el teatro de Leptis Magna, que visitaremos mientras estemos en Libia.
En la zona norte de África, realizaremos todos nuestros viajes en bus. Cruzaremos la frontera noroccidental de Libia para pasar por Túnez, donde visitaremos el anfiteatro de El Djem, también llamado coliseo de Thysdrus, situado en la antigua ciudad de Thysdrus, actualmente llamada El Djem. De aquí el bus nos llevará al teatro de Djémila o Cuicul, declarado patrimonio de la humanidad, ubicado en la provincia de Setif en la región montañosa en la costa argelina. En Argelia también visitaremos otro un teatro más declarado patrimonio de la humanidad, conocido como el teatro de Timgad en la ciudad llamada con el mismo nombre, al norte de África, y popularmente conocida como “la Pompeya del norte de África”.
En la capital argelina (Argel), tomaremos un avión a la ciudad de Málaga España, donde visitaremos el teatro de Málaga (Malaca). Posteriormente nos dirigiremos a la ciudad de Cádiz, donde visitaremos el teatro de Gades reconocido como el más antiguo de la península Ibérica. De aquí iremos a la ciudad de Mérida en la provincia de Extremadura donde visitaremos su teatro romano (también patrimonio de la humanidad), el circo romano de Mérida construido bajo la colonia romana Augusta Emérita, y su anfiteatro.
De aquí iremos a Lisboa, actual capital de Portugal, donde visitaremos el teatro romano de Olisipo. Después de esto iremos a Toledo en la región de Castilla para visitar el circo romano ahí edificado. En Toledo tomaremos un avión a la provincia de Tarragona, donde se ha conservado un circo romano llamado de Tarraco. También visitaremos el anfiteatro de Tarraco.
Para finalizar nuestra ruta, cruzaremos los pirineos (frontera natural entre España y Francia) para llegar a Francia a la ciudad de Arles, donde visitaremos el conocido teatro de Arélate, declarado patrimonio de la humanidad. En esta misma ciudad visitaremos el anfiteatro situado en la localidad, igualmente declarado patrimonio de la humanidad. También en Francia, visitaremos el teatro de Orange, en francés, o Aurenja, en occitano provenzal, situado en el departamento de Vaucluse. Para finalizar nuestro recorrido iremos a la ciudad de Lyon para visitar su anfiteatro o coliseo romano.
Curiosidades de Antigua Roma circulando por internet:
La ruta en imágenes:
ROMA:
Teatro de Marcelo:
Teatro de Pompeyo:
Teatro Domiciano:
Coliseo de Roma:
Arena de Verona:
ALEMANIA
Teatro romano en Maguncia (Mainz):
Pula Arena:
BULGARIA
Teatro de Serdica (Sofía):
TURQUIA
Estambul (Mezquita Azul):
Bus que tomaríamos para ir a Mileto y destinos posteriores:
Teatro en Mileto:
SIRIA
Teatro de Palmira:
Crucero hacia África:
EGIPTO
Teatro de Alejandría:
LIBIA:
Trípoli:
Teatro de Sabratha (a 60km de Trípoli):
Teatro de Leptis Magna:
Anfiteatro de El Djem:
ARGELIA
Teatro de Djamila o Cuicul:
Teatro de Timgad:
ESPAÑA
Teatro de Málaga:
Teatro de Gades (Cádiz):
Teatro de Mérida:
Anfiteatro de Mérida:
Circo de Mérida:
Circo de Toledo:
Circo de Tarraco (Tarragona):
Anfiteatro de Tarraco:
PORTUGAL
Teatro de Olisipo (Lisboa):
FRANCIA
Teatro de Arles:
Anfiteatro de Arles:
Teatro de Orange:
Anfiteatro de Lyon:
Historia - El ocio en Roma:
En Roma se desarrollaron formas tan
variadas y complejas de entretenimiento que todavía hoy, además de su
recurrencia en el cine y en manifestaciones de cultura popular, existe en las
escuelas de turismo un gran interés por las formas de ocio romanas: los
espectáculos, las actividades de esparcimiento, los juegos públicos, y su
articulación a la vida urbana. Para los ciudadanos del Imperio Romano, el ocio
tuvo un papel central desde tres puntos de vista: como un factor religioso que
hizo parte del desarrollo ritual y mítico de la cultura del imperio, como un
factor político de cohesión, de unión identitaria y de control sobre los
territorios conquistados, y como un factor esencial en la vida cotidiana.
El ocio y la mitología:
La cultura y la religión romanas se
fundaron en la herencia cultural y mitológica del mundo helénico. Debido a esa
herencia, los espectáculos y las actividades de ocio romanas guardaban alguna
similitud con las de los griegos. Sin embargo, la concepción romana del ocio
tenía una diferencia fundamental con la concepción griega: mientras en Grecia
el ocio estaba asociado a la intelectualidad y en muchos casos involucraba un
proceso de desarrollo cognitivo, en Roma el ocio estaba relacionado con
actividades de descanso, placer y ostentación (Korstanje, 2008a, p.44).
Korstanje (2008a) propone que el mito sobre el que se funda la manera como el
romano concebía su “estar” en el mundo es el mito helénico de Prometeo (p.
104). En este mito están pasmadas las ideas que los romanos tenían sobre el
trabajo, el ocio, y su relación.
Prometeo
le dio al hombre el dominio sobre el fuego. Por esta razón, Prometeo fue
condenado por Júpiter a que sus entrañas fueran devoradas por un águila durante
el día y regeneradas durante la noche para ser comidas otra vez al siguiente
día. Finalmente, Hércules mata al ave, libera a Prometeo y le devuelve a los
hombres el dominio sobre el fuego.
Este
mito tiene el componente cíclico que caracterizó el pensamiento mítico de
muchas de las civilizaciones antiguas. En el castigo impuesto a Prometeo, el
ciclo entre la destrucción de las entrañas y su regeneración es análogo al
ciclo entre trabajo y ocio. El sufrimiento de estar encadenado y la detestable
sensación un águila picoteando las entrañas simbolizan el trabajo llevado a
cabo por un romano durante el día, mientras que la regeneración de los órganos
simboliza el descanso, el ocio (Korstanje, 2008a p. 105). La vida cotidiana del
ciudadano romano tenía dos componentes principales: la occupatio, que era la actividad normal, en la que los ciudadanos se
dedicaban a tareas administrativas, de comercio, y de reproducción material, y
el otium, que era la actividad
llevada a cabo en un momento de esparcimiento.
El ocio y la política:
En cuanto al papel político del ocio, los
juegos públicos, el teatro, el circo, y otras formas de entretenimiento, fueron
una herramienta para facilitar la asimilación y la incorporación de otras
culturas en las tierras conquistadas. El Imperio Romano se construyó sobre un
movimiento doble y a veces contradictorio: un movimiento de conquista y
dominación seguido por uno de pacificación y equilibrio. Las fronteras del
imperio (limes) no solo marcaban el
final de territorio del imperio sino que, para los que se encontraban adentro
de las fronteras, marcaban el final de lo civilizado. En la expansión del
imperio, las actividades de ocio servían, por un lado, para moldear la forma
como el romano entendía la otredad y el mundo por fuera de sus límites, y, por
el otro, para pacificar y “civilizar” los territorios recién incluidos al
imperio. La inserción de espectáculos, rituales, juegos públicos y costumbres
lúdicas romanas acercaban culturalmente a las regiones más alejadas a Roma. Más
aún, los espectáculos de entretenimiento masivo, en los que se hacían
sacrificios a las deidades romanas, se presentaban los valores romanos
predominantes como la valentía o la adulación, y se honraba tanto a dioses como
a figuras públicas de importancia en el Imperio, cumplían la función de
controlar a una gran cantidad de ciudadanos de diversa procedencia bajo el
mando de un mismo emperador.
Por ejemplo, en el caso de la dinastía
Julia, cuyos emperadores expandieron significativamente las fronteras del
imperio, la construcción de edificios como teatros, coliseos o hipódromos y la
organización de festivales servían de apoyo político a la gestión personal del
emperador (Korstanje, 2008). Es más, los espectáculos teatrales no sólo servían
para dar prestigio al emperador sino a otros ciudadanos con intereses políticos
que hacían de patrocinadores. Existía una especie de competencia entre
personajes influyentes por brindar el espectáculo más entretenido y
sorprendente. Entre más entretenido y deslumbrante fuera la obra presentada en
el teatro, mayor sería la gloria pública y la influencia política de la persona
o las personas a cargo del espectáculo (Boatwright, 1990). De esta forma, los
entretenimientos públicos eran una herramienta política por medio de la cual el
dirigente compartía su riqueza con los ciudadanos a cambio del prestigio.
El ocio y la vida cotidiana:
Más allá de su función religiosa o
política, las actividades de ocio eran parte esencial de la vida cotidiana de
los romanos, en particular de los habitantes de la ciudad (el campo era
despreciado por los aristócratas salvo por las actividades de caza). Korstanje
sostiene que “las ciudades romanas eran sinónimo de placeres, comodidad, y
ostentación” (p. 109). Los banquetes, por ejemplo, eran uno de los placeres más
apetecidos entre los romanos. El banquete era una especie de premio por el
trabajo matutino, se solía hacer recostado sobre un lecho, y se privilegiaba la
comida agridulce y el vino. A veces, se
celebraba entre los aristócratas el “banquete de las doce divinidades” en el
que los asistentes se disfrazaban de dioses y se dedicaban a excesos de todo
tipo (Korstenaje, 2008b). Otras formas de ocio incluían la asistencia a los
baños de la ciudad, los juegos públicos, el espectáculo de los gladiadores, el
hipódromo y los juegos de mesa. Incluso
había mercados monumentales, como el Mercado de Trajano, cuya actividad era
eran equiparable a la de los centros comerciales modernos (Herring, 2002).
Actividades de Ocio:
En lo que resta, haremos un recuento
algunas de las actividades de ocio romanas desde un punto de vista menos
convencional.
Espectáculos de la muerte:
Sin embargo, comenzaremos con un hecho
conocido, explorado por investigadores y expuesto en muchas películas: los
espectáculos en los que se derramaba sangre humana eran muy populares en Roma.
Una muerte sangrienta, que hacía parte de la vida religiosa en la práctica de
los sacrificios a los dioses, y de la vida militar en las batallas, también era
parte de la vida de ocio de los ciudadanos del imperio. Los espectáculos de la
muerte, como los llama Lauren Cowles (2011), llevaban el nombre de muneras en Roma e incluían combates de
gladiadores, ejecuciones rituales, cacerías de animales y castigos públicos de
criminales. Eran espectáculos que atraían a hombres y a mujeres de todas las
clases sociales, quienes asistían a los anfiteatros y las arenas a pasar un
momento de liberación, relajación o diversión en la contemplación de la muerte.
La crítica a los juegos públicos:
Un hecho menos conocido que la naturaleza
sangrienta de los juegos públicos es que, a pesar de su popularidad, también
había detractores de los combates de gladiadores como forma de entretenimiento.
El filósofo estoico Lucio Anneo Séneca, que vivió en el primer siglo a.C., no
encontraba ningún placer en asistir a espectáculos en los que se derramaba
sangre humana. En sus cartas a Lucilio, Séneca contó su experiencia en el anfiteatro,
y su opinión sobre las multitudes y los espectáculos:
El contacto con la
multitud nos es hostil: cualquiera nos encarece algún vicio, o nos lo sugiere,
o nos lo contagia sin que nos demos cuenta. Ciertamente, el peligro es tanto
mayor cuanto más numerosa es la gente entre la que nos mezclamos. Pero nada
resulta tan perjudicial para las buenas costumbres como la asistencia a algún
espectáculo, ya que entonces los vicios se insinúan más fácilmente por medio
del placer.
¿Qué piensas que
intento decirte? ¿Me vuelvo más avaro, más ambicioso, más disoluto? Y hasta más
cruel e inhumano porque estuve entre los hombres.
Casualmente asistí
al espectáculo del mediodía esperando presenciar acrobacias y bufonadas o
cualquier entretenimiento en el que los espectadores dejan de contemplar sangre
humana. Sucede todo lo contrario: los combates precedentes han sido, en
comparación, modelos de misericordia; ahora, suprimidos los juegos, no hay más
que puros homicidios. Los combatientes nada tienen con qué cubrirse; expuesto a
los golpes todo el cuerpo, nunca atacan en vano.
La mayoría
prefiere esta competición a la de las parejas ordinarias y favoritas del
público[3]. ¿Por qué no la van a preferir? No hay casco ni escudo para esquivar
la espada. ¿De qué sirve la protección?
¿De qué la
habilidad? Todo ello no es sino un retraso para la muerte. Por la mañana los
condenados son arrojados a los leones y los osos, al mediodía a los
espectadores. Éstos ordenan a quienes han matado que se enfrenten con quienes
les van a matar, y al vencedor lo reservan para la próxima matanza; el
resultado de la lucha es la muerte. La acción se lleva a cabo con el hierro y
con el fuego. Así se procede mientras la arena queda vacía (Senenca, “Rehuir la multitud…”)
Es evidente en este pasaje la postura
crítica de Séneca y su desdeño frente a lo que se hacía en el anfiteatro, no
sólo por lo perjudicial que consideraba a las multitudes sino por la crueldad y
la violencia de los juegos. Le molestaba que las escasas armaduras de los
gladiadores estuviesen diseñadas para cumplir un solo objetivo: la muerte.
Las mujeres gladiadoras:
Por otro lado, aunque sí ha sido expuesto
recurrentemente en obras de cultura popular, el tema de las mujeres gladiadoras
no ha sido explorado en profundidad por la academia clásica (McCullough, 2008).
Algunas de las evidencias de mujeres gladiadoras, como la excavación de la
tumba de una supuesta gladiadora hecha por el Museo de Londres, parecen falsas
o apresuradas. Sin embargo, no se puede negar que en efecto hubo mujeres que
pelearon en la arena de los juegos públicos (McCullough, 2008).
En la época de
apogeo del imperio, en especial bajo el proyecto moral y pacificador de
Augusto, existen pocas evidencias de mujeres gladiadoras. Sin embargo, en el
período de decadencia del imperio, en especial bajo el mando de Nerón, hay
muchas referencias literarias de mujeres en la arena de combate. Esto se debe a
que las mujeres gladiadoras estaban asociadas a un concepto de lujo,
extravagancia y elitismo. Mientras
Augusto estaba interesado en un proyecto pacificador e incluso moralizador del
imperio y los excesos, entre ellos las mujeres gladiadoras, eran desatendidos
por la literatura propagandística del imperio, Nerón, inclinado hacia la
opulencia, patrocinó la participación de las mujeres en la arena. El acto de
incluirlas en unos juegos hacía que éstos fueran mucho más costosos y, por lo
tanto, la aparición de las mujeres estaba asociada a los juegos de la élite, de
mayor prestigio, en los que los organizadores querían hacer gala de su riqueza
personal (McCullough, 2008, p. 202). Sin embargo, más allá de su asociación al
lujo, el tipo de entrenamiento de las mujeres gladiadoras así como las
circunstancias de su actuación en la arena no se diferenciaban en nada de las
de los hombres (p. 197).
¿Gladiadores
en el teatro?
Un último hecho poco conocido sobre los
combates de gladiadores es que no siempre se desarrollaron en el foro, en el
anfiteatro o en el circo. De hecho, E.J. Jory (1986) sostiene que en el teatro,
espacio destinado normalmente para representaciones de otro orden, también se
llevaron a cabo combates de gladiadores. Antes de la construcción de un
anfiteatro permanente en Roma, los combates solían llevarse a cabo en algunas
ocasiones en el teatro. En particular,
existe evidencia robusta de un espectáculo de gladiadores que se presenció en
el teatro de Pompeya en los Idus de Marzo del año 44 a.C. (Jory, 1986, p. 539).
En resumen, hay tres datos que han sido
poco explorados sobre lo que sucedía en los juegos públicos o muneras. Primero, a pesar de la
popularidad de los espectáculos de la muerte en el Imperio, hubo duros críticos
como el filósofo Séneca. Segundo, los juegos públicos incluyeron en algunas
ocasiones a mujeres gladiadoras. Y, por último, los combates se llevaron a cabo
en algunas ocasiones en el teatro, en vez de en el anfiteatro o el foro.
La pantomima romana:
La pantomima fue una forma teatral poco
convencional para el momento pero que tuvo gran acogida en Roma entre el siglo
primero a.C. y el siglo sexto d.C. (Zanobi, n.pag.). La pantomima fue
introducida al Imperio Romano por los actores Pílades de Cicilia y Batilo de
Alejandría durante el reino de Augusto. Esta suntuosa forma teatral requería de
gran habilidad para, por medio bailes, gestos y movimientos corporales, excitar
todo tipo de emociones en el público. Aunque la pantomima tomó diversas formas
en Roma, la más tradicional y popular era aquella en la que un solo actor mudo
contaba una historia basada en un libreto trágico cantado por un coro. El actor
o bailarín no hablaba ni cantaba sino que interpretaba, por medio de gestos
faciales, lenguaje corporal y lenguaje con las manos, una historia basada por
lo general en un tema mitológico (Zanobi, n.pag.). El único actor estaba
acompañado, además de un coro, por una orquesta de vientos y cuerdas. Este
género teatral no solo entretenía a los ciudadanos romanos, también despertaba
la imaginación de los espectadores, incitaba a polémicas, y ponía en tela de
juicio el rígido orden social y cultural del imperio romano.
El juego de mesa romano:
Como se dijo en la introducción, no todas
las actividades de ocio de los romanos eran actividades públicas y masivas.
También hay evidencia de formas más cotidianas de ocio como los juegos de mesa.
R.G. Austin (1935) estudia en detalle los fragmentos de las Etimologías de Isidoro de Sevilla en los
hace referencia a un juego de mesa romano llamado “Alea” o “Tabula”. En este
juego se usaban dados y se jugaba con un tablero similar al tablero de
backgammon moderno. Cada jugador tenía quince fichas y el objetivo de cada uno
era pasar sus fichas de su tabla de entrada en el tablero, por las tablas del
oponente, hasta alcanzar la tabla de entrada del otro jugador (Austin 1935, p.
78). Los tableros romanos por lo general estaban hechos de madera o de piedra.
Sin embargo, a medida que el juego se hizo más popular, se empezaron a hacer
tableros más lujosos, hechos de marfil o con dos lados para poder jugar dos
juegos con un mismo tablero. Este juego romano tuvo una gran difusión: existe
un grabado del juego en el techo del templo de Kurna en Egipto, y para el
momento en el que Austin (1935) escribe, versiones del juego eran jugadas en
Japón y en algunas partes de Europa.
Los baños romanos:
Los baños romanos eran uno de los lugares
de ocio y esparcimiento más visitados por los ciudadanos romanos. Los baños
eran en su mayoría públicos, pero existían también baños más restringidos en
los que los ciudadanos buscaban mayor privacidad. En los baños, los romanos se
untaban aceites y óleos, se distendían, y estaban en compañía de otros
ciudadanos (Korstanje, 2008a, p. 109). Los recintos estaban divididos en cuatro
partes principales:
a) el
apodyterium, espacio destinado a desnudarse antes de ingresar a las
aguas; b) el frigidarium, el cual se destinaba para el baño frío;
c) el tepidarium, formado por una sala de paso en donde los
individuos se habituaban al paso del frigidarium al calendarium, y
por último, d) el calendarium, cuya función era emanar calor para
que el bañista sudara y se relajara (Korstanje, 2008a, p. 110)
Dependiendo de la procedencia
social del bañista, cada uno tenía diferentes costumbres en el baño. Muchos
ciudadanos llevaban sus propias botellas con aceites y unciones, pero los
patricios solían llevar un amplio grupo de sirvientes que desempeñaban tareas
muy específicas como depilación, masajes, etc (Korstanje, 2008a, p.110). Por lo
general, los baños de las mujeres estaban separados de los de los hombres, pero
existe evidencia de que, con el cambio de estilo arquitectónico de los baños en
el siglo primero a.C. hubo baños en los que hombres y mujeres se bañaban juntos
(Ward, 1992, 134). Esto trajo consigo
discusiones morales y legales alrededor de los conflictos con normas que
castigaban el adulterio en el Imperio Romano.
Este corto recuento de
algunas de las actividades ocio más comunes en el Imperio Romano muestra la
variedad y peculiaridad de las formas de entretenimiento de una sociedad en la
que el esparcimiento y el placer jugaban un papel económico, religioso, político,
social y cotidiano. Se deduce de lo expuesto en esta ruta que el concepto de
ocio es un concepto que se ha transformado en el tiempo: aunque todavía
permanece la esencia de muchas de las formas de ocio de los romanos, algunas
actividades que resultaban muy divertidas en ese entonces, hoy resultarían
repugnantes (y viceversa).
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